Tal y como dije en el artículo «Los primeros pasos» no puedo decantarme exclusivamente por la psicología clínica pues la psicología social es la que más me identifica y por lo tanto, el blog no lo basaré esclusivamente al clínico, así pues, hagamos una pequeña reflexión sobre los sucesos que están ocurriendo en Egipto.
Comencemos a partir de la definición de movimiento social:
Acciones colectivas que ocurren con un grado de organización y continuidad fuera de los canales institucionales por tal de promover o resistir cambios al grupo, sociedad o la orden mundial de los cuales forman parte.
D.A.Snow i P.E. Oliver, 1995, pg. 571
Los hechos ocurridos en Egipto podríamos estudiarlos a partir de la perspectiva interaccionista – constructivista. El movimiento social por parte del pueblo egipcio, realiza acciones que reflejan el interaccionismo simbólico. No es un comportamiento colectivo que solamente refleja una crisis social, sino como un hecho o acción que se dirige hacia la creación de nuevas normas y nuevos estados, a partir de un proceso simbólico y de la creación de una identidad.
Han creado un simbolismo o significado a sus acciones. Buscan un objetivo como es el cambio de presidencia pues el país de Egipto se ve “ahogado” por unas presiones dictatoriales que llevan al pueblo a buscar una democracia. Es importantísimo evaluar los objetivos del pueblo egipcio: consenso para la democracia. Estamos ante un cambio en el mundo islamista importantísimo, algo que hará que la historia de la humanidad cambie por completo y que probablemente muchos pueblos islamistas busquen los mismos objetivos: el bien de un país y de una sociedad con derechos.
Podemos observar cómo el movimiento egipcio ha creado una identidad propia, un endogrupo que mediante la fuerza y constancia buscan el objetivo, destituir a Honsi Mubarak (exogrupo). El país ya no está constituido por simples observadores, que son dirigidos ante un único líder. Ahora el país es algo más que eso, ahora son participantes y por consiguiente actúan y se mueven.