A muchos padres les surge la duda de si los insultos y los motes en la infancia son o no normales. Incluso son muchas las afirmaciones que sí es normal y forma parte de la propia edad. Conozcamos esa realidad en el siguiente artículo.
Motes e insultos en niños
Es importante contextualizar los insultos y los motes. Los insultos y los motes estarían englobados en lo que denominamos agresividad verbal (motes, insultos, mentiras, palabrotas, bromas pesadas, etc.,), es decir, consiste en decir palabras o frases que pueden llegar a humillar, descalificar o desvalorizar a otros individuos, en este caso niños. El contenido de dichas palabras o frases están cargados de ira y resentimiento, haciendo que la otra persona pueda llegarse a sentir mal al escucharlos. Los insultos y motes a por ejemplo edades comprendidas entre los 8 a los 10 años, son frecuentes y “normales” en esta etapa del ciclo vital. Este tipo de conductas o actos si se producen de manera aislada no son considerados actos de acoso escolar, si no manifestaciones de carácter transitorio. Por lo tanto los indicadores que pueden ayudar a los profesores a diferenciar un comportamiento propio de la edad o un posible acoso escolar se basarían principalmente en los problemas de conducta de carácter transitorio propios de la edad. En este caso, algunas manifestaciones de carácter transitorio serían comportamientos ocasionalmente agresivos (ya sean peleas) o transgresiones destacables de carácter excepcional como pueden ser pequeños robos.
¿No lo podemos considerar acoso escolar?
Ahora bien, es necesario tener en cuenta a la propia definición del acoso escolar, pues recordemos que para considerar acoso escolar, es necesario que el comportamiento de hostigamiento sea intencionado (hiriente y/o desagradable), que se repita a lo largo del tiempo y suponga un desequilibro de poder entre el acosador y el acosado. Además, el escolar (víctima) que está expuesto a las acciones negativas suele tener mucha dificultad para poder defenderse. Cuando un menor es insultado, le han adjudicado motes e incluso padece aislamiento dentro de un grupo de iguales a lo largo del tiempo, los adultos y en este caso, los profesores, deben de considerarlo como un caso de acoso escolar y actuar para poner fin a esa situación, pues este tipo de violencia que se da entre los niños puede originar graves consecuencias en sus protagonistas.
En definitiva, para establecer el punto de corte entre un comportamiento propio de la edad o dentro de la normalidad y un caso de acoso escolar, se debe de tener en cuenta la frecuencia de estas conductas, las intenciones (hacer daño) y la relación asimétrica entre ambos niños.