Este artículo se sale fuera de la línea de mis artículos, pero aún así podemos categorizarlo en el temido acoso laboral. A medida que va transcurriendo los días, meses e incluso años, hemos normalizado el término crisis: todos estamos en crisis y de un grado u otro, hay alguien de nuestro entorno que está afectado por ello, por lo tanto, ya seamos los protagonistas como actores secundarios, todos vivimos en crisis.
Autor de la viñeta: Forges
Cuando digo que a medida que va transcurriendo los días, los meses y los años, ese término forma parte de nuestras vidas y es algo con lo que convivimos. ¿Habrá algún momento en que la crisis nos deje vivir de una manera más relajada? Me temo que no y aunque no he hecho ningún estudio empírico para afirmar esto, esta crisis tomará otro rumbo: crisis laboral.
Desgraciadamente los empresarios se han agarrado a esta situación como si de un clavo ardiendo se tratase. Podemos ver empresas que no han tocado fondo, pero aún así van moviendo a sus peones como tales piezas de ajedrez se tratasen, a su gusto y capricho. Los empleados han aceptado la situación y actualmente hacen horarios tan precarios y de tan bajos sueldos que podríamos llegar a clasificar de esclavitud. ¿Esclavitud? ¿Verdad que suena escandaloso? Lo debería de ser y al mismo tiempo, debería de alarmar a todo un convenio de trabajadores y no trabajadores, es decir, a todos los individuos con razonamiento y lógica común.
Actualmente se vive un estado de acoso laboral sin control. La nueva reforma laboral, recordemos los nuevos contratos y los nuevos finiquitos, han hecho más fuerte al enemigo y desgraciadamente, en el acoso laboral eso es lo que perjudica a las víctimas. Ya no hay prejuicios de si torturas psicológicamente a un empleado para que éste se marche, al fin y al cabo, si se marcha no obtendrá nada y si tus planes no salen como habías planificado, con un simple despido y cuatro euros todo queda zanjado.
Empresas que no viven ningún tipo de «crisis» económicas, que alardean delante de sus acreedores una situación envidiable pero aún así, tiranizan a sus empleados que sin darse cuenta, son el reflejo y la imagen de sus empresas. ¿Cuantos de nosotros hemos encontrado a alguien que vive un auténtico infierno, con horarios inhumanos y sueldos indignos? ¿Y cuantas veces hemos escuchado que no van a denunciar, que tienen miedo a perder el trabajo y no encontrar nada más? ¿Y finalmente… cuantas veces hemos encontrado a alguien mayor de 45 años que agacha la cabeza, con la mirada perdida y asiente que es su trabajo y no puede luchar contra algo que él será el perdedor?
¿Por lo tanto, estamos ante una crisis económica o crisis laboral?